sábado, 30 de enero de 2010

LA TORRE




La Torre de Pisa es el campanario de la catedral. Diseñada y construida para permanecer en posición vertical, pero que tan pronto como se inició su construcción en agosto de 1173 comenzó a inclinarse. Curiosamente, este efecto no deseado, es lo que le ha dado su rasgo de identidad más fuerte, conociéndose como la Torre inclinada.Su altura es de 55,7 a 55,8 metros desde la base y se calcula su peso en 14.700 toneladas y la inclinación es de aproximadamente 4°, extendiéndose casi 4 metro de vertical.La torre está integrada por 8 niveles, una base de arcos con 15 columnas, 6 niveles con una columnata externa y remata en un campanario. La escalera interna tiene 294 escalones.En 1964, Italia requirió ayuda para prevenir su derrumbe, y en enero de 1990 fue cerrada al público. Posteriormente se realizó tareas para reducir el ángulo de inclinación que llevaron 10 años de trabajo. Se volvió a permitir la entrada al público el 16 de junio de 2001.















sábado, 23 de enero de 2010

EL BAPTISTERIO



El Baptisterio, dedicado a Juan el Bautista, es un edificio redondo, románico, que se inició a mediados del siglo XII por un arquitecto conocido como Deustesalvet.
Se terminó la obra en el S.XIV, cuando se agregaron la loggia, la planta superior y la cúpula en estilo gótico por Nicola y Giovanni Pisano.






Giovanni Pisano (h. 1250-1314) fue un escultor italiano, pintor y arquitecto. Hijo del famoso escultor Nicola Pisano, quién recibió su formación en el taller de su padre.
En 1265-1268 trabajó con su padre en el púlpito de la
catedral de Siena. Luego trabajaron juntos en la fuente Fontana Maggiora en Perugia. Estas primeras obras se hicieron siguiendo el estilo de su padre. Es difícil distinguir quién hizo cada cosa. Sin embargo la Virgen con Niño puede atribuirse con certeza a Giovanni, mostrando un nuevo estilo con una cierta familiaridad entre la Madre y el Niño.

Púlpito en la catedral de Siena
Su siguiente obra fue en
Pisa, esculpiendo las estatuas en las dos filas de gabletes con tracerías en el exterior del Baptisterio (1277-1284). La vivacidad de estas estatuas es una nueva confirmación de que estaba dejando atrás el sereno estilo de su padre.
Fue nombrado al mismo tiempo arquitecto jefe de la catedral de
Siena entre 1287 y 1296. Esto le obligó a viajar a menudo entre estas dos ciudades. Las elegantes esculturas y el diseño arquitectónico para la fachada de la catedral en Siena muestran sus tendencias a mezclar el arte gótico con reminiscencias del arte romano.
En 1296 regresó a Pisa para empezar a trabajar en la iglesia de San Juan. En 1301 continuó su obra en el púlpito para la
Iglesia de San Andrés en Pistoia, que ya había empezado en 1297. Los cinco relieves del púlpito son la Anunciación y Natividad; la Adoración, Sueño de los Magos y el Ángel advirtiendo a José; la matanza de los inocentes; la Crucifixión; y el Juicio Final.
Su obra entre 1302 y 1310 en el nuevo púlpito para la Catedral de
Pisa muestra su distintiva preferencia por el movimiento en sus personajes, alejándose aún más del estilo de su padre. Muestra nueve escenas del Nuevo Testamento, grabado en mármol blanco con un efecto de claroscuro. Contiene incluso una osada representación naturalista de un Hércules desnudo. Su figura Prudencia en el púlpito pudo haber sido una inspiración para la Eva en la pintura La expulsión del Jardín del Edén de Masaccio. Este púlpito con sus dramáticas escenas se ha convertido en su obra maestra. Después del incendio de 1595 fue empaquetado para guardar durante la redecoración y no fue redescubierto y erigido de nuevo hasta 1926.
La iglesia de San Nicolás en
Pisa fue ampliada entre 1297 y 1313 por los agustinos, quizá con diseño de Giovanni Pisano.
Su última gran obra data probablemente de 1313 cuando hizo un monumento en memoria de
Margarita de Brabante (que murió en 1311) a petición de su marido el emperador Enrique VII.
Sus obras muestran una mezcla del gótico francés y el estilo clásico, y
Henry Moore se refirió a él como "el primer escultor moderno".








viernes, 22 de enero de 2010

PISA

LA PLAZA DE LOS MILAGROS









EDIFICIOS:





BATTISTERIO
DUOMO
CAMPOSANTO
LA TORRE


miércoles, 20 de enero de 2010

GÓTICO

El arte gótico es un estilo que se desarrolló en Europa occidental durante los últimos siglos de la Edad Media, desde mediados del siglo XII hasta la implantación del Renacimiento (siglo XV para Italia, y bien entrado el siglo XVI en los lugares donde el gótico pervivió más tiempo). Se trata de un amplio período artístico, que surge en el norte de Francia y se expande por todo Occidente. Según los países y las regiones se desarrolla en momentos cronológicos diversos, ofreciendo en su amplio desarrollo diferenciaciones profundas: más puro en Francia (siendo bien distinto el de París y el de Provenza), más horizontal y cercano a la tradición clásica en Italia (aunque al norte se acoge uno de los ejemplos más paradigmáticos, como la catedral de Milán), con peculiaridades locales en Flandes, Alemania, Inglaterra, Castilla y Aragón.





El neogótico


En el siglo XIX, el entusiasmo romántico por lo medieval (como reacción frente al neoclasicismo academicista) y el historicismo, lleva a cabo amplias restauraciones de edificios medievales, llegándose a establecer el estilo neogótico, arquitectura realizada a imitación de la gótica medieval. Se sueña a partir de este momento con un renacimiento del arte medieval, llenándose de nuevo contenido al término "gótico" que empieza a distinguirse y separarse claramente del románico.

Frente a las pequeñas y oscuras iglesias rurales del románico, el gótico eleva prodigiosas
catedrales llenas de luz, desarrolla una importante arquitectura civil e independiza a las otras artes plásticas (pintura y escultura) de su subordinación al soporte arquitectónico.


Arquitectura


A nivel arquitectónico, el estilo gótico nació en torno a 1140 en Francia, siendo considerada como el primer monumento de este movimiento la basílica de la abadía real de Saint-Denis o San Dionisio (edificada por el abad Suger, consejero de Luis VII de Francia).
También desde finales del siglo XII y comienzos del XIII se divulga por los monasterios de la
orden del Císter un estilo despojado de ornamentación y reducido a la pureza de los elementos estructurales, expresión de las concepciones estéticas y espirituales de Bernardo de Claraval, que se suele denominar arte cisterciense.
Este arte se ha definido durante mucho tiempo de manera bastante superficial, exclusivamente por la utilización de uno de sus elementos, el
arco apuntado, al que suele llamarse ojival, del que se deriva la bóveda de crucería que permite desplazar los empujes a contrafuertes externos, que se alejan aún más de los muros mediante el uso de arbotantes. Eso permitió la construcción de edificios mucho más amplios y elevados, y el predominio de los vanos sobre los muros. Los elementos sustentantes (pilares de complicado diseño) quedan mucho más estilizados. Pero la utilización de un elemento no puede definir un estilo de forma global, se trata de un problema más amplio, de una nueva etapa histórica, una nueva concepción del arte y con el del mundo. Un elemento estructural, por importante que sea, no puede resumir un concepto global sobre la vida.








Escultura gótica

En la escultura gótica las tallas en piedra continúan usándose para la decoración de la arquitectura, además de cumplir la función evangelizadora (el catecismo de los analfabetos, la inmensa mayoría de la población) pero cada vez se emancipa más (paso del relieve al bulto redondo). La escultura gótica evolucionó desde un estilo alargado y rígido, aún en parte románico, hacia un sentimiento espacial y naturalista a finales del siglo XII y principios del siglo XIII. La influencia de las esculturas griegas y romanas que aún se conservaban se incorporaron al tratamiento de las telas, las expresiones faciales y la pose.
Las esculturas góticas nacieron en los muros de las iglesias, a mediados del siglo XII en la
Isla de Francia, cuando el abad Suger hizo construir la abadía de Saint-Denis (h. 1140), considerada el primer edificio gótico, y muy pronto le siguió la catedral de Chartres (h. 1145). Anteriormente, no había tradición escultórica en la Isla de Francia, así que los escultores se traían de Borgoña, quienes crearon las revolucionarias figuras que actuaban como columnas en el Pórtico Real de Chartres. Era un invento enteramente nuevo y proporcionaría el modelo para una generación de escultores.
Las ideas francesas se divulgaron. En
España la penetración del gótico francés se hizo a través de maestros y obras que llegaron procedentes de este país, por ejemplo en Cataluña la influencia del taller de Rieux es bastante evidente en la virgen del Patrocinio de Cardona . En Alemania, desde 1225 en la catedral de Bamberg en adelante, el impacto se encuentra en todos los lugares. La catedral de Bamberg tiene el más amplio conjunto de escultura del siglo XIII, culminando en 1240 con el Caballero de Bamberg, la primera estatua ecuestre en el arte occidental desde el siglo VI, y que se cree que retrataba a Conrado II.
En
Inglaterra la escultura estaba más limitada a monumentos funerarios y decoraciones no figurativas, en parte debido a la iconoclastia cisterciense. En Italia aún persistía la influencia clásica, destacando obras como el púlpito del baptisterio de Pisa (1269) y el de la catedral de Siena. Una obra maestra tardía de la escultura gótica italiana es la serie de tumbas de los Scaligeri en Verona.




Pintura gótica


Un estilo de pintura que pueda llamarse «gótico» no apareció hasta alrededor de 1200, o casi 50 años después del comienzo de la arquitectura y la escultura góticas. La transición del románico al gótico es muy imprecisa y no hay un claro corte, pero podemos ver los comienzos de un estilo que es más sombrío, oscuro y emotivo que en el periodo previo. Esta transición ocurre primero en Inglaterra y Francia alrededor de 1200, en Alemania en torno a 1220 e Italia alrededor de 1300.
Es usual indicar que, mientras en el románico las representaciones figurativas son simplificadas e idealizadas, en el gótico se tiende a aumentar el
realismo y naturalismo, aproximándose a la imitación a la naturaleza que será el ideal del renacimiento, incluyendo la representación de paisajes, que, no obstante, sigue siendo poco usual.
En el gótico, en correspondencia con las nuevas tendencias filosóficas y religiosas (recuperación de la filosofía de
Aristóteles






El período gótico tuvo una larga vigencia en España desde mediados del siglo XII hasta el XVI. España, en el siglo XIV, estaba constituida por gran cantidad de reinos cristianos: Castilla, Navarra, mientras que los reinos de Aragón y Valencia, el principado de Cataluña y el Reino de Mallorca formaban la Corona de Aragón. El Islam, desde el siglo XIV, solo disponía del Reino de Granada. A partir de la anexión de Navarra en 1516, se puede hablar de un único estado en España con una política común, aunque los reinos interiores siguieron manteniendo sus prerrogativas.
El gótico llegó tempranamente a España desde Francia por el camino de Santiago
. En la zona de influencia del camino se combinaron los nuevos elementos franceses con las formas tradicionales españolas sin llegarse, como en otros países, a una variante española del gótico, pues el interés de los monarcas hispanos por la cultura francesa supuso asumir sus innovaciones arquitectónicas, manteniendo la influencia francesa.





Sobre 1170, se comenzó el ambicioso proyecto de la catedral de Ávila, con una doble girola, disposición que únicamente tenía en todo Europa Saint-Denis, mausoleo de los monarcas franceses.
La
catedral de Cuenca fue otra de las primeras góticas. Comenzada en 1196, tenía la más avanzada técnica de la época, seguía las formas del dominio real francés de la Île de France con evidentes influencias normandas, que se manifiestan en el empleo de bóvedas sexpartidas.
Sobre 1225, comenzó la llamada etapa clásica, con la introducción en
Castilla de las formas clásicas que habían triunfado en las catedrales francesas de Chartres, Reims, Amiens, Bourges y Le Mans. Las grandes catedrales de Burgos, Toledo y León se conformaron según el modelo francés, que se caracterizaba por un importante desnivel entre sus naves.
La de Burgos se comenzó en 1221. En principio tenía tres naves con transepto único y cinco capillas en cabecera. El segundo arquitecto dispuso una girola, con deambulatorio y cinco capillas. Del siglo XIII hay tres partes esenciales: la cabecera, finalizada en 1230; luego el transepto y la nave, terminados en 1260, con algunas diferencias de estilo respecto a la anterior; por último las ambiciosas ampliaciones del final del XIII, con las fachadas, las torres y la girola con diferencias de estilo acusadas sobre lo anterior. Las esbeltas agujas de las torres se añadieron en el
siglo XV y el cimborrio del crucero es del siglo XVI. Las agujas de piedra de las torres, con gran riqueza de calados en gótico flamígero, fueron construidas por Hans von Köln (Juan de Colonia), y son similares a las terminaciones de las torres del gótico tardío del sur de Alemania.





Las catedrales de Burgos y Toledo están inspiradas ambas en la de Bourges de Francia; fueron comenzadas al mismo tiempo. Sus dos promotores eran amigos y apoyaban la política de Fernando III. Toledo se construyó más lentamente porque estaba concebida con criterios más ambiciosos: era la iglesia del primado de España. La reducción efectuada en Burgos, respecto del modelo francés de Bourges, de tres naves, deambulatorio simple y transepto de una nave, contrasta con la ampliación tipológica de Toledo, con cinco naves, doble deambulatorio y transepto de tres naves. Para construir Toledo se derribó la mezquita, que estaba en estado de ruina y que a su vez se había construido sobre un templo cristiano visigodo. Una de las características más significativas de la catedral de Toledo, y caso singular de la arquitectura gótica europea, es la forma de resolver la bóveda del deambulatorio, que pasa de cubrir 5 arcos en la zona interior a 17 en el muro exterior. La multiplicación de las bóvedas hacia el exterior se resolvió según el modelo de Le Mans, correspondiendo a cada columna interior dos exteriores. En Toledo los dos deambulatorios se bifurcan dos veces. Por último señalar varias formas decorativas de inspiración islámica empleadas en Toledo.
Los muros góticos facilitaban la colocación de grandes ventanales con extensas vidrieras policromadas. En España con la catedral de León empieza realmente el desarrollo de este arte, sus numerosas vidrieras pueden parangonarse con las de las catedrales de Chartres, Reims o Amiens. Las vidrieras leonesas se han atribuido a un taller hispano-francés.




El siglo XIV, manierista, destaca sobre todo en Cataluña. La importancia del sentido espacial se manifestó en la proliferación de templos de una nave (cuando eran tres se tendía a igualar las alturas de las naves), pilares delgados, gran amplitud. La catedral de Barcelona, iniciada en 1298 y con la bóveda terminada en 1448, tiene una ancha nave central y las laterales casi de la misma altura. Su principal arquitecto fue el maestro Jaume Fabré. La impresión de espacio está aumentada por las tribunas sobre las capillas laterales, que dan mayor anchura al ya amplísimo interior.
El recurso visual empleado para dar la sensación de hallarse en un espacio mayor fue incluir los
contrafuertes dentro de la nave, cerrando el muro por la parte externa de los mismos, entre los que se dispusieron las capillas laterales y encima aparecieron las tribunas. Exteriomente ocurre lo contrario: los contrafuertes quedan fuera de la vista del espectador, encerrados en su interior.
El abovedamiento de la nave central de la
catedral de Gerona es uno de los casos más brillantes de la arquitectura medieval. Construida la cabecera, se decidió, tras una larga discusión técnica, cubrir con una sola nave en lugar de con tres. Guillem Bofill se encargó de construir la mayor bóveda del gótico con casi 23 metros de ancho y 34 metros de altura. Se basó en el modelo de Barcelona que perfeccionó: la presión de la bóveda se transmitía a contrafuertes interiores, colocándose entre ellos las capillas laterales. Comenzada la nave central en 1417, no se pudo terminar hasta 1604.
La inmensa
Catedral de Santa María de Sevilla fue el más grande proyecto de Europa. Su construcción comenzó en 1401 y concluyó en 1506, demoliendo la mezquita almohade que se venía usando de iglesia desde 1248. Se conservó la base de la alta torre almohade, la Giralda, como campanario de la nueva catedral. Su primer arquitecto pudo ser Charles Galter de Rouen y el diseño está influido por modelos franceses. Impresionan sus siete naves, su gran altura (44 metros en la nave) y sus casi 100 ventanales. Es una construcción de naves escalonadas, exteriormente apoyadas en multitud de arbotantes y contrafuertes coronados por pináculos.
























sábado, 16 de enero de 2010

ROMÁNICO


Desde el siglo VIII, una serie de acontecimientos históricos posibilitaron la renovación y expansión de la cultura europea: la subida al trono de Francia de los Capetos, la consolidación y difusión del cristianismo, el inicio de la Reconquista en la Península Ibérica y, fundamentalmente, el nacimiento de las lenguas románicas, son los hitos que marcaron este resurgimiento.
Sin embargo, el arte hasta alrededor del año
1000, cuando una expansión generalizada en los ámbitos económico y cultural propició un importante crecimiento demográfico en las sociedades occidentales, roturándose nuevas tierras y abriéndose antiguas rutas de comercio, que posibilitaran los caminos de peregrinación.
Toda Europa se vio invadida por una auténtica fiebre constructiva; se había conseguido formular un arte capaz de representar a toda la cristiandad: el románico.
El término románico, como concepto que define un estilo artístico, fue utilizado por primera vez en
1820 por Charles de Gerville, considerando con este término todo el arte que se realiza anterior al estilo gótico desde la caída del Imperio romano; y por analogía al término ya conocido de lenguas románicas, el arte románico sucedía al arte antiguo tal y como las lenguas románicas eran las sucesoras del latín.
Posteriormente, la acepción de arte románico se fue restringiendo y pasó a designar el arte desarrollado en Occidente entre los
siglos XI y XII, aunque todavía hoy siguen las controversias para determinar con exactitud la amplitud de espacio y tiempo que abarca este estilo.
En la definición de este primer arte europeo, es fundamental la reforma monacal realizada por la
orden cluniacense, como resultado de una revisión en profundidad de las comunidades benedictinas. El monasterio de Cluny, fundado en el año 930, se convierte en el gran centro difusor de la reforma, alcanzando rápidamente una gran expansión y consiguiendo que a través de sus monasterios el arte románico se difundiera por todo el mundo cristiano europeo. Antes de que la orden de Cluny capitalizara y extendiera este arte románico, ya se había desarrollado en Italia, en la región de Como, y en España, en Cataluña (Lérida, Gerona y Barcelona) y Aragón (especialmente en la provincia de Huesca), lo que se denomina el primer románico.







El Románico en Europa



En Francia, el Románico alcanzará gran vigor y difusión gracias al Monasterio de Cluny (desaparecido en su mayor parte), centro irradiador del nuevo arte. Sugieron varias escuelas o centros artísticos, cada uno con características particulares y propias.

En Alemania, el Románico siguió la estela del
arte otoniano, creando conjuntos arquitectónicos de gran monumentalidad, muchos de los cuales aportan soluciones completamente novedosas, como la solución de doble cabecera o Westwerk.

En Italia, la herencia clásica y paleocristiana dejó sentir profundamente. Como aportación original, surgió allí el estilo lombardo, un arte prerrománico que se extedería después por otras regiones como
Cataluña o Provenza. Los edificios románicos italianos se distinguen por su suntuosidad y decorativismo, a la vez que por su claridad estructural.

En España, el Románico floreció en los territorios cristianos, al amparo de la ruta de peregrinación jacobea. El Románico español es uno de los más ricos y variados de Europa. Son particulares los influjos islámicos, franceses, lombardos y visigodos que se amalgamaron para crear un estilo propio. Muchos y muy importantes son los monumentos que se conservan, destacándose dos focos principales, centrados en Castilla y los territorios de la Corona de Aragón. Sin duda, la obra fundamental del Románico hispano es la
Catedral de Santiago de Compostela, modelo de iglesia de peregrinación, con conjuntos escultóricos (Pórtico de la Gloria) de entre los más singulares de Occidente. A lo largo del Camino de Santiago fueron surgiendo algunos de los hitos románicos en suelo español, como la catedral de Jaca, San Martín de Frómista o San Isidoro de León. Desde allí irradiaría el estilo a zonas más alejadas, expandiéndose por todo el norte peninsular.





Planta

La planta típica de una iglesia románica es la basilical latina con tres o cuatro
naves y crucero de brazos salientes. En el testero o cabecera, que siempre mira a oriente, se hallan tres o cinco ábsides semicirculares de frente o formando corona, llevando cada uno de ellos tres ventanas en su muro. Y en los pies o entrada del templo se alza un rtico o nártex flanqueado por dos torres cuadradas. Pero así como las iglesias rurales o menores sólo constan de una sencilla nave y un ábside sin crucero saliente y sin torres junto a la portada, así las mayores sobre todo, las de grandes monasterios o los santuarios visitados por numerosas peregrinaciones suelen ofrecer muy amplio el transepto y crucero, como también tienen prolongadas las naves laterales en torno a la capilla mayor constituyendo la girola o nave semicircular que da paso a diferentes capillas absidiales, abiertas en torno de ella a modo de corona. Algunas iglesias tienen los brazos del crucero convertidos en sendos ábsides que con el central forman una especie de gran trifolio. Las iglesias de templarios y de otras órdenes caballerescas
afines se hallan, por lo común, sobre planta poligonal o circular y son de escasas dimensiones. Asimismo, existen pequeños oratorios de planta circular que fueron capillas funerarias o que estuvieron unidas a fortificaciones como oratorios militares y no faltan otras que siguiendo el estilo o inspiración bizantina se disponen a modo de cruz griega y de cuadrifolio
.












Contrafuertes


Los soportes característicos de un edificio románico son el pilar compuesto y el estribo o contrafuerte adherido exteriormente al muro. Los contrafuertes tienen por objeto reforzar los muros y servir a la vez de estribo o contrarresto a los arcos y bóvedas (servicio que también prestan los pilares compuestos): son visibles al exterior, lisos y de forma prismática. Pero cuando se adhieren a los ábsides aparecen frecuentemente a modo de columnas que sostienen el alero. Los muros están formados de sillarejo o de sillares
desiguales con poca regularidad en las hiladas.








Cubierta interior


La cubierta interior de la naves y estancias diferentes consiste por lo general en la bóveda de medio cañón —a veces, apuntada como los arcos— para la nave central; de arista o de cuarto de cañón para las laterales y de concha o de cuarto de esfera para los ábsides, alzándose sobre el crucero una cúpula poligonal apoyada en trompas (a estilo persa) que se colocan en los ángulos o rincones resultantes del encuentro de los arcos torales. Dichas trompas se constituyen por una bovedilla semicónica o por una serie de arquitos en degradación que hacen el mismo oficio. Algunas veces, según la escuela a que pertenezca el edificio, la nave central lleva techumbre de madera o carece de cúpula o por el contrario, la tiene verdaderamente esférica y elevada sobre pechinas a estilo bizantino. La dificultad y la diferencia mayor que se hallan en estos edificios estriban en el problema de combinar el abovedamiento de todas las naves con la iluminación suficiente de la central y, además, en dar al crucero o al encuentro de las naves un equilibrio muy estable y una cubierta proporcionada: las soluciones varias que se dan a este doble problema constituyen las diferencias principales de la escuelas arquitectónicas del estilo románico.









Cubierta exterior



La cubierta exterior o tejado insiste sobre las bóvedas mediante una armadura sencilla de madera que se apoya en ellas pero en el siglo XII se hace independiente esta armadura y es sostenida sólo por los muros para no cargar de peso las bóvedas y cúpulas. Sobre la cúpula poligonal del crucero se eleva una linterna prismática ya formando cuerpo con ella, ya estando independiente a modo de domo. Dicha linterna se termina por una cubierta piramidal, semejando el conjunto una torre de base ancha y poca altura que, a veces, ejerce también funciones de campanario.




Puertas y ventanas


Las puertas se hallan formadas por una serie de arcos redondos concéntricos y en degradación apoyados en sendas columnillas de suerte que todo el conjunto forma una especie de arco abocinado y moldurado contribuyendo al mayor efecto visual el mismo grosor del muro que suele formar allí un cuerpo saliente. Algunas portadas carecen de dintel y de tímpano pero por lo general se hallan provistas de uno y otro y entonces se esculpen sobre el último relieves simbólicos o iconísticos y a los lados de la portada o en las jambas y aun en el mismo arco abocinado se disponen variadas series de labores ornamentales en relieve, flanqueándose, a veces, con estatuas el ingreso en las iglesias más suntuosas.
Las
ventanas se abren casi siempre en la fachada y en el ábside y algunas veces en los muros laterales. Son bastante más altas que anchas y terminan por arriba en arco doble, generalmente plano o de arista viva apoyado sobre columnitas como las de la portada y cuando estos arcos se rodean de molduras finas o baquetones o bien las ventanas han dejado la primitiva estrechez, pertenecen a la segunda época del estilo. Hay también ajimeces, óculos y pequeños rosetones, correspondiendo estos últimos al último periodo.
Se cierran las ventanas con vidrieras incoloras o de color en algunas iglesias suntuosas o con láminas traslúcidas de alabastro o yeso cristalino o con simples
celosías de piedra perforada y en las iglesias pobres con simples telas blancas enceradas o impregnada con trementina. De aquí que hayan de ser poco extensas las ventanas de esta época (lo mismo que en la precedente) hasta que se fue ensayando y generalizando el uso de grandes vidrieras.








ESCULTURA



Abraza el desarrollo de esta escultura los siglos XI y XII (con sus antecedentes carlovingios del siglo IX) introduciéndose en buena parte del XIII y paulatinamente da lugar a la gótica, sin que la separe de ésta una línea perfectamente divisoria. El carácter general de la escultura románica consiste en la imitación de modelos artificiales y de aquí su amaneramiento o rutina. A diferencia de la escultura gótica, en la cual se revela un positivo estudio e imitación de la Naturaleza aunque sin la desenvoltura de los artistas modernos. Como puente de unión entre una y otra se halla en los últimos años del siglo XII y primera mitad del XIII el estilo que puede llamarse de transición que trata de imitar algo la realidad de la Naturaleza y da a sus obras mayor vida y movimiento sin desprenderse completamente el artista de los convencionalismos y amaneramientos precedentes. Y tal es la variedad resultante de dicha transición aumentada por la destreza o impericia de los escultores por las influencias de escuelas distintas que no es raro juntarse en una misma localidad y de una misma fecha relieves o estatuas muy dignas de aprecio y alabanza con otras de reprobable gusto y sin ningún valor artístico.Precisando más el carácter de la escultura románica, decimos que se constituye por la imitación de modelos bizantinos o romanos de estilo decadente pero realizada con mano latina y frecuentemente bajo la influencia del gusto persa o del árabe. Se caracteriza , además, por cierta rigidez de formas, falta de expresión adecuada (a veces, exagerada) en las figuras, olvido del canon escultórico en la forma humana, forzada simetría en el plegado de los paños (muy parecida a la del periodo arcaico griego), repetición y monotonía en los tipos de una escena, tosquedad en la ejecución de la obra y frecuente adopción de flora estilizada y de fauna monstruosa como asuntos ornamentales y simbólicos. La escultura románica de la época de transición va perdiendo algo de dicha rigidez, simetría y exageración de la línea recta y vertical mientras gana en finura, realismo y movimiento distinguiéndose también por la abundancia de menudos y estrechos pliegues en la vestimenta.
Algunos estudiosos han querido ver, dentro de la dinámica de imitación de modelos, una serie de leyes o normas generales que se encuentran con frecuencia en las obras románicas. Destaca entre ellas la
Ley de Adaptación al Marco que enuncia Henri Focillon y que subordina el desarrollo escultórico al espacio arquitectónico cedido a tal fin. El resultado serán escenas en las que los personajes se adaptan a ese espacio, a veces contrayéndose o estirándose, sin tener en cuenta otras consideraciones más naturalistas. Otra norma general es la isocefalia que encontramos en algunos grupos de figuras situadas todas con la cabeza a la misma altura.
Las principales labores de escultura románica se admiran hoy en los relieves de muy variados
capiteles y en las magníficas portadas y elegantes cornisas de muchos edificios de la época, en cuyos frontis se representan escenas bíblicas y figuras alegóricas (entre ellas, los llamados bestiarios y las personificaciones de los signos del zodiaco, etc.) a una con imágenes de Santos en gran relieve. Además, se ejercitó la escultura románica en la talla de curiosos dípticos de marfil, de graves crucifijos (de marfil y de bronce) y de estatuas de la Virgen María (en piedra y en madera, ya sola ya chapeada en bronce) que se conservan en sus santuarios o en los Museos y, en fin, se manifestó ingeniosa dicha escultura en la decoración de arquetas o cofrecillos para guardar reliquias y joyas, de ricas tapas para libros litúrgicos, de fontales o antipéndium para los altares, de pilas y sepulcros de piedra con relieves, etc. Desde la invasión de los bárbaros quedó olvidado casi por completo en Occidente el cultivo de la glíptica en lo que se refiere a piedras finas pero se utilizaron las gemas anteriormente labradas por griegos y romanos aplicándolas sin estudio a objetos preciosos y de adorno especialmente, sortijas. Hubo, sin embargo, algunos entalles con inscripciones o con alguna figura tosca, como la esmeralda del Tesoro de Guarrazar, y gran empleo de piedras finas en forma de cabujón para objetos de orfebrería.








PINTURA


Posee las cualidades nobles y los vicios radicales del estilo que imita y de tal modo las retiene que muchas de sus obras podrían pasar perfectamente como bizantinas pues sólo leves diferencias las separan de ellas. Se desarrolló principalmente en Italia donde fluían los artistas bizantinos en gran número huyendo de la persecución iconoclasta y donde encontró más imitadores que en otras partes el mosaico bizantino. Y como éste, que servía de modelo a los artistas no se presta con facilidad a la expresión de los rostros ni a la soltura en el plegado de los paños ni a la bella perspectiva como un buen pincel cuando imita la Naturaleza, de aquí el adolecer las pinturas italo-bizantinas de los defectos antes observados en los mosaicos de Oriente. Se hicieron con el mencionado estilo diferentes mosaicos, pinturas, murales y cuadros con fondos de oro y pasan como típicos ejemplares entre los que hoy existen.
Estilo carolingio : Miniaturas de su época
Estilo otoniano : Imita la traza de los modelos romanos
Estilo visigodo : El arte de la miniatura


Estilo románico




El estilo románico propiamente dicho conserva alguna tradición romana aunque muy degenerada y participa más o menos de las influencias bizantinas y de las septentrionales. Sin embargo, no refleja una intención decidida de imitar o copiar los modelos de Constantinopla en lo cual se diferencia del estilo italo-bizantino. Se manifiesta principalmente en la decoración de muros interiores de iglesias, en pinturas de frontales de altar, en miniaturas o iluminaciones de códices, alguna vez en mosaicos de pavimentos, esmaltes para decoraciones del mobiliario y en algunas vidrieras de colores que empiezan a usarse en su época desde finales del siglo X.
Se caracteriza la pintura románica por el escaso estudio de la naturaleza que revelan sus figuras, por la seriedad y uniformidad de los rostros en la forma humana, por la simétrica plegadura de los paños, por las violentas actitudes que se dan a los personajes al representar una escena y el rígido
hieratismo cuando las figuras no han de expresar acciones, por sus contornos demasiado firmes o acentuados y, en fin, por la falta de perspectiva que ofrece la composición en conjunto.
Los procedimientos generalmente seguidos fueron el
temple y el fresco para cuadros y decoraciones murales, el temple y la aguada en la pintura sobre tabla y la aguada o acuarela (en éstas y en las tablas con aplicaciones de oro) para las iluminaciones de códices. En la pintura sobre tabla era bastante común el recubrir la superficie con un lienzo pegado a la misma sobre el cual se aplicaban algunas manos de fina escayola y se trazaban en ésta para fondo del cuadro ciertos surcos o rayitas e incluso dibujos en relieve y luego se pintaban las figuras que en muchos puntos aparecen también con resalto.









Ejemplos de edificios Románicos en Italia:



Catedral de Parma





Basílica de san Miguel